Cada vez más clientes recurren a los servicios que ofrecen las empresas de bioconstrucción

Las empresas de bioconstrucción están ganando cada vez más relevancia en un mundo donde la conciencia ambiental y el deseo de un estilo de vida más saludable han pasado de ser tendencias a convertirse en necesidades urgentes. Estas empresas se dedican a diseñar y construir espacios habitables utilizando materiales sostenibles, técnicas respetuosas con el entorno y enfoques que priorizan el bienestar humano. Frente al modelo tradicional de construcción, muchas veces basado en el consumo excesivo de recursos, el uso de materiales tóxicos o contaminantes y la falta de integración con el medio natural, la bioconstrucción propone una alternativa más armónica y consciente.

La filosofía que guía a estas empresas va mucho más allá del uso de materiales ecológicos. Se trata de una visión integral que contempla todo el ciclo de vida del edificio: desde la procedencia de los recursos que se utilizan, hasta su impacto durante la construcción, su comportamiento energético a lo largo del tiempo y, eventualmente, su reciclabilidad o biodegradabilidad. En este sentido, las empresas de bioconstrucción no solo buscan reducir la huella ecológica de cada obra, sino también promover entornos que favorezcan la salud física y emocional de las personas que los habitan.

En su trabajo, estas empresas suelen incorporar materiales naturales como la tierra cruda, la paja, la madera sin tratar, la cal, las pinturas minerales o los aislamientos naturales como el corcho o la celulosa reciclada. Estos materiales no solo son renovables y de bajo impacto ambiental, sino que también permiten que las construcciones «respiren», manteniendo una buena calidad del aire interior, regulando la humedad y evitando la presencia de contaminantes químicos comunes en las edificaciones convencionales.

La bioconstrucción también presta especial atención a la orientación del edificio, la captación de luz natural, la eficiencia energética y el aprovechamiento de recursos como el agua de lluvia o la energía solar. Las empresas que operan en este campo no se limitan a seguir un manual de técnicas sostenibles, sino que diseñan soluciones personalizadas que responden al clima, el terreno, los materiales locales y las necesidades específicas de cada cliente. En este proceso, el diálogo con el entorno y con quienes van a habitar el espacio es esencial.

Uno de los grandes valores añadidos que aportan las empresas de bioconstrucción es la apuesta por una forma de construir más humana, menos industrializada y más conectada con lo artesanal. Esto, tal y como nos explica la arquitecta Ana González-Llanos de Rizoma Arquitectura Regenerativa, no significa renunciar a la tecnología, sino emplearla de forma inteligente y complementaria. Por ejemplo, muchas de estas empresas incorporan sistemas domóticos que optimizan el consumo energético, o tecnologías de diseño paramétrico que permiten trabajar con mayor precisión los materiales naturales. La combinación de saberes ancestrales y herramientas modernas abre un campo creativo y técnico muy fértil, donde se redefine qué significa construir de forma innovadora.

En un contexto de cambio climático y agotamiento de recursos, la labor de estas empresas es cada vez más valorada. No solo construyen casas, escuelas o centros comunitarios; también difunden una forma distinta de relacionarse con el entorno construido. En muchos casos, actúan como agentes educativos, impartiendo talleres, asesorando a comunidades o colaborando con arquitectos, ingenieros y diseñadores que buscan ampliar sus conocimientos en sostenibilidad. Además, al apoyar economías locales mediante el uso de materiales y mano de obra del entorno, fomentan un desarrollo más equilibrado y menos dependiente de grandes cadenas de producción.

¿Cuánto cuesta una bioconstrucción?

El coste de una bioconstrucción varía considerablemente según las características del proyecto, por lo que no existe una cifra fija o universal. Sin embargo, se puede establecer un rango orientativo que suele situarse entre los 900 y los 1.800 euros por metro cuadrado, aunque en algunos casos más complejos o personalizados el precio puede superar los 2.000 euros por metro cuadrado. Este coste se encuentra en niveles similares a los de una construcción convencional de calidad media o alta, e incluso puede resultar más económico si se priorizan materiales locales y diseños sencillos.

El precio final depende de muchos factores, siendo, uno de los principales, el diseño arquitectónico. Las construcciones de formas simples y funcionales tienden a ser más asequibles que aquellas que incorporan soluciones muy personalizadas o estructuras complejas. También influye la elección de los materiales. Algunos, como la tierra cruda, la paja o la madera local, pueden reducir costes, mientras que otros, como ciertos aislamientos ecológicos o acabados naturales especiales, pueden elevarlos debido a su calidad o dificultad de obtención.

La ubicación del proyecto también tiene un papel relevante, ya que en zonas rurales, donde hay más disponibilidad de materiales naturales y menos restricciones normativas, es posible que la bioconstrucción sea más barata. En cambio, en entornos urbanos o protegidos, cumplir con las normativas locales puede exigir soluciones técnicas adicionales que aumentan el coste. La mano de obra es otro aspecto clave. La bioconstrucción requiere personal capacitado en técnicas específicas, como estructuras de madera o revocos de cal y arcilla, y la escasez de profesionales con experiencia en estas técnicas puede encarecer el trabajo.

Además, hay que considerar la incorporación de sistemas sostenibles, como paneles solares, recogida de agua de lluvia o tratamientos bioclimáticos, que pueden elevar el presupuesto inicial. No obstante, este tipo de instalaciones suelen suponer un ahorro a largo plazo, tanto en consumo energético como en mantenimiento. Por otro lado, en muchos proyectos de bioconstrucción los propios clientes participan en parte del proceso constructivo. Esta implicación directa puede reducir notablemente los costes, aunque también requiere formación, tiempo y esfuerzo personal.

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