A menudo, cuando miro la cabina de pintado y secado que encargué en Mercury® y que tengo en el taller mecánico, pienso en mi bisabuelo que tuve la suerte de conocer y que fue pintor de carrocerías cuando por aquel entonces los coches eran pocos y sinónimo de gran lujo. Si viera él de qué manera tan rápida conseguimos a día de hoy pintar un coche, ¡se quedaría de piedra! Aunque, hay que añadir que sería por supuesto un gravísimo error pensar que por pintar en una cabina se deban descuidar ciertos preparativos como el de preparar la chapa, el de lijarla adecuadamente o el de limpiarla a la perfección para que no pueda adherirse ni la más ínfima partícula de polvo. Acciones que se deben cumplir de manera rigurosa para que el acabado sea perfecto. Con lo cual, y por muchos adelantos y mejoras que se hayan aportado a lo largo de los años, una presencia humana queda sin embargo necesaria e indispensable y lo será siempre.
¿Qué características y elementos de base debe comportar una cabina de pintura?
Hay que tener en cuenta que los coches y distintos vehículos (de turismo, comerciales, industriales, etc.) que entran en una cabina de pintura, entran como los trajo su “Madre Fábrica” al taller, es saber “desnuditos”. Por lo cual, o durante la fabricación, o durante la reparación, se les debe “vestir” de la mejor manera posible para que éstos salgan estupendamente pintaditos y relucientes. Ello es fundamental. Por ese motivo, a lo hora de elegir una cabina de pintado y secado, lo primero que se debe tomar en cuenta es el espacio y diseño de esta última. Para evitar turbulencias, también es importante fijarse en el foso y en la salida de gases. Informarse asimismo de que durante la fabricación de la cabina se hayan usado aislantes térmicos y acústicos y de que su acabado garantice un buen funcionamiento durante por lo menos diez años o aproximadamente veinte mil horas de trabajo. Ésos son detalles que no se deben en efecto pasar por alto. La iluminación es otra de las características a tomar en cuenta, ya que ésta no debe ser nunca inferior a ochocientos lux a la altura del piso.
En cuanto al aire, hay que saber que éste se debe renovar alrededor de las trescientas renovaciones por hora. En lo referente al caudal, éste debe estar de acuerdo o “afine” al espacio. Que la cabina disponga de un sistema de calefacción y regulación que permita que la temperatura sea constante y uniforme en toda la superficie y a todas las alturas es otro igualmente de los detalles importantes que se deben verificar con atención. Por fin, un sistema de control del nivel de saturación de los filtros del techo también es clave en una cabina de pintura, así como una adecuada superficie de filtros para pintura en expulsión, con éstos bien colocados en la zona de paso de aire. Al acabar con esta enumeración no puedo evitar pensar en lo que diría mi bisabuelo: “Chavalín. Estos artilugios no sé yo…”.
Ventajas de disponer de una cabina de pintura y secado en un taller mecánico
Puede ser que el hecho de haber optado por tener una cabina de pintura y secado en mi taller mecánico no sea solamente por motivos económicos o de rentabilidad, sino también una manera de rendirle en cierto modo homenaje a mi bisabuelo, pintor de carrocerías a quien le gustaba tanto su oficio y el trabajo bien hecho. Y aunque –conociéndole y de la forma en la que hablaban de él mi abuelo y mi padre– nunca se le hubiera podido convencer de que con una cabina como la que yo compré en Mercury®, una empresa valenciana, se podía garantizar al cliente un acabado perfecto, como recién salido de la fábrica, respetando además el medio ambiente (al no expandirse los gases por el aire), y ganando un tiempo valioso (al ser el secado más corto). Lo cual, como todo el mundo sabe y a día de hoy, se debe tomar en cuenta ya que: ¡el tiempo es oro!